jueves, 4 de julio de 2013

El golpe de Estado de la esperanza…

¡Y una mierda! Un golpe de Estado nunca trae esperanza, sino imposición. Tras más de 50 años de gobiernos militares, dictatoriales y de partido único, Egipto se levantó en enero de 2010 para reclamar una mayor libertad, una democracia.

Tras la caída del antiguo presidente, Hosni Mubarack, que no fue elegido en las urnas, se estableció un período de transición y se convocaron elecciones. Los Hermanos Musulmanes ganaron tanto las elecciones legislativas, como las presidenciales y el referéndum que convocaron para aprobar la nueva constitución de Egipto.

¿Pero por qué ganaron los Hermanos Musulmanes? Bien, la explicación es lógica y sencilla. Durante los gobiernos dictatoriales de Egipto, adoptaron una postura laica pro occidental y prohibieron todas las tendencias políticas y religiosas, como la de los Hermanos Musulmanes. Estos, durante todo este tiempo, han tejido una fuerte base social y de ayuda en zonas paupérrimas, donde el gobierno no llegaba por desidia. Mohamed Morsi, hasta ayer presidente de Egipto, ganó con casi el 52% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2012. La Constitución propuesta por Morsi, fue aprobada por un 62% de la población a finales del 2012, pero ahora, los medios Occidentales hablan de la no popularidad de Morsi…

Estas últimas semanas diferentes manifestaciones de jóvenes en El Cairo han acabado propiciando un golpe de Estado. Pero cabe destacar que los jóvenes de El Cairo no representan a la mayoría del país, sino que son jóvenes urbanitas, muchos de ellos laicos, y de clase media. Estos no tienen nada que ver, con las grandes extensiones de zonas rurales, musulmanas y pobres que se expanden por todo Egipto y que apoyaron (y no nos equivoquemos, apoyan) a Morsi. Además, uno de los argumentos que se han utilizado es que en este año no ha hecho suficiente para cambiar Egipto, ¡Cómo si en un año pudieras cambiar la estructura de todo un país!

Además, tanto que hablan los medios occidentales de que los jóvenes de plaza Tahrir como ejemplo de Derechos Humanos, les diría que informen que en cuatro días de manifestaciones se han violado a más de un centenar de mujeres ahí, entre ellas a una periodista holandesa que fue víctima de una agresión sexual en grupo.

Desde Abdel Gammal Nasser (1956-70), los militares han tenido el poder de Egipto, han gobernando y han controlado el país. Ahora, han aprovechado la situación para dar un golpe de Estado. Cuando Morsi llegó al poder, lo primero que hizo fue destituir toda la cúpula militar, por eso, pacientemente, han esperado su oportunidad para volver a controlar al país. De hecho, a los militares les interesa que Egipto siga en el caos, que nunca se supere la primavera árabe, porque con el país así, ellos pueden seguir teniendo sus privilegios.

Ahora, los medios de comunicación occidentales se hacen eco de este golpe y utilizan eufemismos como el golpe de Estado de la esperanza, el golpe de Estado que traerá el nuevo Egipto, el golpe de Estado de la libertad, pero no, no sé equivoquen ni se dejen engañar, el nuevo Egipto ya se estaba construyendo, ya estaba en marcha, los egipcios ya habían elegido democráticamente a su gobierno, pero claro, era un presidente con tintes religiosos que a “las democracias occidentales” no le gustaba. Y no me extrañaría que detrás de todo esto, esté Estados Unidos y Europa, que ahora impongan a un presidente que, como Mubarack, claudique a sus intereses.

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