domingo, 21 de febrero de 2010

Volver

Hace dos días di los quince días en el trabajo y ahora en un par de meses volveré estar brincando por Barcelona…

Hace unos días estaba en el trabajo cuando Rafa nos dijo: correr salir del despacho, cierren la puerta y ayúdenos a sacar la ardilla que ha entrado. Estas cosas son las que voy a echar de menos: el verde de esta ciudad; los pájaros que se acercan a mi casa a beber el agua con azúcar que les pone mi casera; la belleza del colibrí, el ave que mueve más rápidamente sus alas; las hormigas que cada día me cruzo en mi camino y que cuidadosamente cogen las hojitas del jardín del lado de mi casa. Echaré de menos la vida en San José que aún siendo una capital de un país, se respira vida y naturaleza por todas partes.

También echaré de menos la tranquilidad, la paz, el Pura Vida, así como el ritmo relajado de los ticos, que por nada se estresan, y de los que he aprendido que uno por nada debe estresarse, pues con tranquilidad todo se anda igual de bien o mejor que cuando uno lo hace con nervios.

Echaré de menos las conversaciones y los buenos ratos con Marco y Graciela, la sonrisa inocente de Eva Luna, el querer cambiar el mundo con Fernando y Sofía, echaré de menos a Adriano y Flora, siempre cogidos de la mano y con tanta energía, acompañados de Chispa siempre corriendo y gritando por la entrada, a Andrés y su conocimiento antropológico, así como las birras con Dani y Tati y los encuentros con Coni y Andrea. También echaré de menos las largas horas de charla con Fran y Ángela en una bella terraza de Escazú desde donde se ve todo San José y las cenas en casa de Pancho. Echaré de menos mi vida en Costa Rica, la gente que aquí conocí y de los que tanto aprendí.

Sin embargo, recuperaré los achuchones de mi abuela, la felicidad de mi iaia, y los consejos de mi abuelo, la hora del té con mi madre y las charlas nocturnas con mi padre. También recuperaré la birra de los viernes en la Universidad de Humanidades, la alegría de Èlia, las conversaciones trascendentales con Alba, la hiperactividad de Ramón y las contagiosas ganas de Eli de siempre querer hacer cosas. También recuperaré las noches de pajarillas con Soto y el tapeo con Jesús, alguna conversación con Georgina, que aunque sólo la vea una o dos veces al año, siempre noto que con ella el tiempo no ha pasado y que puedo seguir hablando con ella de lo que sea, como cuando teníamos siete años. También recuperaré el calor de mi familia, que tanto echo de menos, y la tranquilidad y sabiduría de mi prima Ana y las discusiones con mi hermano. Recuperaré la fuerza y las historias de hadas de Helena, aunque ella viva en Londres, las visitas esporádicas de Pere y los agradables ratos con Lola, las conversaciones en casa de Marcos y el politiquear con Vega.

Recuperaré el pasear por las Ramblas, recuperaré la vida underground y loca de Barcelona, así como una buena exposición de arte o una peli en el Floridablanca. Recuperaré la tan deseada vida en la calle, poderme comer unas bravas en una terraza y tomarme una cerveza en el chiringuito o tirarme en un parque hacer unas birritas.

Recuperaré muchas cosas, al mismo tiempo que perderé muchas otras. Sólo el tiempo juzgará si los cambios fueron buenos. La verdad es que una vez me vaya de este lindo país, no sé si volveré, si tendré la oportunidad de volver a pisar este suelo, pero lo que si sé, es que cuando este en el lecho de muerte, cuando en ese instante antes de morir, en el que dicen que se te pasa por la cabeza todo lo que uno ha vivido, en ese momento, seguro que por mi cabeza pasará Costa Rica, la gente que conocí y todo eso que de ellos aprendí.
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viernes, 12 de febrero de 2010

No entiendo a la especie humana

Cada día, cuando uno mira los periódicos ve noticias que le ponen los pelos de punta a uno. A veces, me cuesta entender a los hombres, a la especie humana en sí. Me sorprenden las imágenes de las guerras, los refugiados, los palestinos viviendo en pésimas condiciones en los territorios ocupados, las vejaciones humanas, pero también el maltrato animal y ver como los hombres disfrutan haciendo daño a otras personas o a otros seres vivos, sin respetar la naturaleza ni la tierra ni sus seres.

Hay días, que uno no sabe porque pero hay noticias que le llaman más la atención, tal vez porque esas imágenes no se comprenden, no se entienden, o tienen un rostro individualizado. Hoy, hay dos noticias de esas que a me han volcado el corazón.

En Costa Rica, hoy han encontrado una niña de doce años muerta, a la que habían violado y asesinado violentamente. La niña estaba enterrada en el jardín de un viejo. Hasta aquí, todo parece la típica historia de un psicópata que mata y viola una niña. Pero lo aterrador es la vida que esta pobre chiquilla de tan sólo doce años de edad ha tenido que sufrir. La niña trabajaba desde hacía años como empleada doméstica en el hogar de su violador. Su madre no sólo consentía está situación, sino que además era consciente que su hija sufría abusos sexuales, pero nunca lo denunció. No me quiero imaginar lo que esa pobre niña tuvo que sufrir, en su propia cárcel, y con el consentimiento materno. Esa niña, que tendría que haber ido a la escuela (en vez de trabajar), que jugar con sus amigos, correr por las calles, esa niña, que su madre (si se le puede llamar madre) no lloró cuando encontraron su cadáver, pequeño, diminuto enterrado en un jardín.

Nada tiene que ver, la siguiente noticia que ha conmovido mi corazón. O si, tal vez si tiene que ver, y es que la crueldad humana no tienen límite ni fin. Se trata de una noticia que aparecía hoy en el periódico español Público y en el que se veía como los canadienses mataban a focas, por diversión. Un deporte típico en Canadá y muy lucrativo, pues luego se vende la piel de este animal para hacer abrigos. Se calcula que entre 1983 y 2005 se asesinaron brutalmente 4 millones de focas en ese país. Las imágenes del vídeo, son desgarradoras, yo no he podido acabar de verlas…

Me cuesta entender esta maldad que rodea a la especie humana, la crueldad, brutalidad y violencia de los seres humanos hacia sus prójimos u otros animales. ¿Cómo una persona puede disfrutar haciendo daño a otra? ¿Cómo una persona puede disfrutar ver un animal chillar cuando lo mata sin piedad? Y lo que es peor, como eso puede suceder bajo la mirada pasiva de toda la sociedad, de las madres de las víctimas, de la gente del pueblo donde vivía de la niña, bajo la indiferencia de los canadienses. Sí, en estas noticias, se habla de la pasividad de los costarricenses y de los canadienses, pero la verdad es que esto podría estar sucediendo en cualquier parte del mundo, bajo el consentimiento de cualquier persona del mundo o la mirada desatenta de cualquier individuo, que gira la cabeza y no denuncia estas acciones brutales, para no tener problemas con nadie.
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lunes, 1 de febrero de 2010

Verdades como puños

El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) está dando soporte técnico al Ministro de Agricultura de Haití para reconstruir el agro de este país caribeño como una medida para generar alimentos para los haitianos, reactivar la economía y generar empleo, para un país que ha quedado devastado después del terremoto del pasado 12 de enero.

En este contexto, la semana pasada el IICA organizó en su sede de República Dominicana un encuentro entre los Ministros de Agricultura de Haití y el de la República Dominicana con organizaciones internacionales y posibles donantes para apoyar el plan de reconstrucción del ministerio haitiano.

En la reunión, además de Embajadores de diferentes países, había organizaciones internacionales de gran trascendencia como el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Programa Mundial de Alimentos (PMA), Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) o la FAO. Como periodista del IICA, tuve la oportunidad de seguir la reunión desde la sede central del IICA en San José a través de una videoconferencia.

No me extenderé en la Reunión, pero lo que me pareció más interesante es que al final de todo, el Ministro de Agricultura de República Dominicana, Salvador Jiménez, en un acto de valentía, empezó a decir verdades como puños y a poner a todos los presentes la espada contra la pared.

“No veo nada específico, como vamos a empezar la ayuda. Haití no puede esperar. Convoco una reunión para aquí diez días y espero que en esa reunión no vengáis con promesas de futuro, sino con acciones específicas. No como aquí, donde habéis dicho que consultaréis a vuestros países, mientras que en Haití la gente se está muriendo de hambre. Se necesita ejecutar actos ya. Si vamos a ayudar, vamos a ayudar ya, pero con acciones concretas”, espetó Jiménez.

Mientras, detrás de mí oía voces que decían “qué grosero”, yo pensaba que Jiménez tenía toda la razón del mundo y que había sido muy valiente, pues como bien dijo “Haití no puede esperar”, la gente se muere de hambre, mientras que la ayuda llega en conta gotas.

De hecho, el enviado especial de Radio Nacional de España (RNE), Fran Sevilla, lleva días denunciado en su blog que la ayuda, la comida y los productos básicos apenas se ven entre la población.

Tal vez, mi madre tiene razón cuando dice que “son todos unos buitres” y que a la hora de la verdad están todos en Haití viendo como le pueden sacar un provecho económico a la situación y a la reconstrucción del país (y excluyo de esta afirmación a todas las ONG que están haciendo verdaderos esfuerzos con recursos limitados). Pero, claro, ¿si no cómo se explica que Estados Unidos haya enviado 16.000 soldados y sólo 300 médicos?
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Más feliz que una perdiz

Seré breve, hay cosas que no necesitan demasiadas palabras y esas, es una de ellas. Estoy más feliz que una perdiz, porque he conseguido publicar mi primer artículo de opinión, que trata sobre Honduras. Así que realizando mis primeros pinitos y como dice siempre mi iaia: en mica en mica s’omple la pica.
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