Hace dos días di los quince días en el trabajo y ahora en un par de meses volveré estar brincando por Barcelona…
Hace unos días estaba en el trabajo cuando Rafa nos dijo: correr salir del despacho, cierren la puerta y ayúdenos a sacar la ardilla que ha entrado. Estas cosas son las que voy a echar de menos: el verde de esta ciudad; los pájaros que se acercan a mi casa a beber el agua con azúcar que les pone mi casera; la belleza del colibrí, el ave que mueve más rápidamente sus alas; las hormigas que cada día me cruzo en mi camino y que cuidadosamente cogen las hojitas del jardín del lado de mi casa. Echaré de menos la vida en San José que aún siendo una capital de un país, se respira vida y naturaleza por todas partes.
También echaré de menos la tranquilidad, la paz, el Pura Vida, así como el ritmo relajado de los ticos, que por nada se estresan, y de los que he aprendido que uno por nada debe estresarse, pues con tranquilidad todo se anda igual de bien o mejor que cuando uno lo hace con nervios.
Echaré de menos las conversaciones y los buenos ratos con Marco y Graciela, la sonrisa inocente de Eva Luna, el querer cambiar el mundo con Fernando y Sofía, echaré de menos a Adriano y Flora, siempre cogidos de la mano y con tanta energía, acompañados de Chispa siempre corriendo y gritando por la entrada, a Andrés y su conocimiento antropológico, así como las birras con Dani y Tati y los encuentros con Coni y Andrea. También echaré de menos las largas horas de charla con Fran y Ángela en una bella terraza de Escazú desde donde se ve todo San José y las cenas en casa de Pancho. Echaré de menos mi vida en Costa Rica, la gente que aquí conocí y de los que tanto aprendí.
Sin embargo, recuperaré los achuchones de mi abuela, la felicidad de mi iaia, y los consejos de mi abuelo, la hora del té con mi madre y las charlas nocturnas con mi padre. También recuperaré la birra de los viernes en la Universidad de Humanidades, la alegría de Èlia, las conversaciones trascendentales con Alba, la hiperactividad de Ramón y las contagiosas ganas de Eli de siempre querer hacer cosas. También recuperaré las noches de pajarillas con Soto y el tapeo con Jesús, alguna conversación con Georgina, que aunque sólo la vea una o dos veces al año, siempre noto que con ella el tiempo no ha pasado y que puedo seguir hablando con ella de lo que sea, como cuando teníamos siete años. También recuperaré el calor de mi familia, que tanto echo de menos, y la tranquilidad y sabiduría de mi prima Ana y las discusiones con mi hermano. Recuperaré la fuerza y las historias de hadas de Helena, aunque ella viva en Londres, las visitas esporádicas de Pere y los agradables ratos con Lola, las conversaciones en casa de Marcos y el politiquear con Vega.
Recuperaré el pasear por las Ramblas, recuperaré la vida underground y loca de Barcelona, así como una buena exposición de arte o una peli en el Floridablanca. Recuperaré la tan deseada vida en la calle, poderme comer unas bravas en una terraza y tomarme una cerveza en el chiringuito o tirarme en un parque hacer unas birritas.
Recuperaré muchas cosas, al mismo tiempo que perderé muchas otras. Sólo el tiempo juzgará si los cambios fueron buenos. La verdad es que una vez me vaya de este lindo país, no sé si volveré, si tendré la oportunidad de volver a pisar este suelo, pero lo que si sé, es que cuando este en el lecho de muerte, cuando en ese instante antes de morir, en el que dicen que se te pasa por la cabeza todo lo que uno ha vivido, en ese momento, seguro que por mi cabeza pasará Costa Rica, la gente que conocí y todo eso que de ellos aprendí.
read more...
Hace unos días estaba en el trabajo cuando Rafa nos dijo: correr salir del despacho, cierren la puerta y ayúdenos a sacar la ardilla que ha entrado. Estas cosas son las que voy a echar de menos: el verde de esta ciudad; los pájaros que se acercan a mi casa a beber el agua con azúcar que les pone mi casera; la belleza del colibrí, el ave que mueve más rápidamente sus alas; las hormigas que cada día me cruzo en mi camino y que cuidadosamente cogen las hojitas del jardín del lado de mi casa. Echaré de menos la vida en San José que aún siendo una capital de un país, se respira vida y naturaleza por todas partes.
También echaré de menos la tranquilidad, la paz, el Pura Vida, así como el ritmo relajado de los ticos, que por nada se estresan, y de los que he aprendido que uno por nada debe estresarse, pues con tranquilidad todo se anda igual de bien o mejor que cuando uno lo hace con nervios.
Echaré de menos las conversaciones y los buenos ratos con Marco y Graciela, la sonrisa inocente de Eva Luna, el querer cambiar el mundo con Fernando y Sofía, echaré de menos a Adriano y Flora, siempre cogidos de la mano y con tanta energía, acompañados de Chispa siempre corriendo y gritando por la entrada, a Andrés y su conocimiento antropológico, así como las birras con Dani y Tati y los encuentros con Coni y Andrea. También echaré de menos las largas horas de charla con Fran y Ángela en una bella terraza de Escazú desde donde se ve todo San José y las cenas en casa de Pancho. Echaré de menos mi vida en Costa Rica, la gente que aquí conocí y de los que tanto aprendí.
Sin embargo, recuperaré los achuchones de mi abuela, la felicidad de mi iaia, y los consejos de mi abuelo, la hora del té con mi madre y las charlas nocturnas con mi padre. También recuperaré la birra de los viernes en la Universidad de Humanidades, la alegría de Èlia, las conversaciones trascendentales con Alba, la hiperactividad de Ramón y las contagiosas ganas de Eli de siempre querer hacer cosas. También recuperaré las noches de pajarillas con Soto y el tapeo con Jesús, alguna conversación con Georgina, que aunque sólo la vea una o dos veces al año, siempre noto que con ella el tiempo no ha pasado y que puedo seguir hablando con ella de lo que sea, como cuando teníamos siete años. También recuperaré el calor de mi familia, que tanto echo de menos, y la tranquilidad y sabiduría de mi prima Ana y las discusiones con mi hermano. Recuperaré la fuerza y las historias de hadas de Helena, aunque ella viva en Londres, las visitas esporádicas de Pere y los agradables ratos con Lola, las conversaciones en casa de Marcos y el politiquear con Vega.
Recuperaré el pasear por las Ramblas, recuperaré la vida underground y loca de Barcelona, así como una buena exposición de arte o una peli en el Floridablanca. Recuperaré la tan deseada vida en la calle, poderme comer unas bravas en una terraza y tomarme una cerveza en el chiringuito o tirarme en un parque hacer unas birritas.
Recuperaré muchas cosas, al mismo tiempo que perderé muchas otras. Sólo el tiempo juzgará si los cambios fueron buenos. La verdad es que una vez me vaya de este lindo país, no sé si volveré, si tendré la oportunidad de volver a pisar este suelo, pero lo que si sé, es que cuando este en el lecho de muerte, cuando en ese instante antes de morir, en el que dicen que se te pasa por la cabeza todo lo que uno ha vivido, en ese momento, seguro que por mi cabeza pasará Costa Rica, la gente que conocí y todo eso que de ellos aprendí.