El actual presidente de Costa Rica, el querido Óscar Arias, cuando tiene un problema con la ley, pues cambia la constitución.
Arias ya fue presidente de Costa Rica en 1986/90. La Legislación costarricense prohibía la reelección de un presidente. Así que Arias, el niño que nunca acepta un no por respuesta, decidió cambiar la Ley y presentarse a la reelección. Así lo hizo y desde mayo de 2006 está dirigiendo esta pequeña república católica.
Casi cuatro años más tarde, vuelve a llegar a Costa Rica la locura de les elecciones, que serán el próximo febrero de 2010. Hace dos semanas, Arias hizo enfadar a los de sus mismas filas y retó a los juristas costarricenses, saltándose la ley a su manera.
En las filas del Partido de Liberación Nacional (PLN), el de Arias, se presentaba como posible candidata a la presidencia Laura Chincilla, la niñita de los ojos de Osquitar. El problema, que la sociedad machista costarricense no parecía querer a una dama como posible presidente y las encuestas apuntaban que ganaría Jonny Araya, alcalde del capitolino San José, ganaría la convención en la que el PLN decidiría su candidato a la presidencia.
Así fue, que Arias utilizó su poder persuasivo y de movilización de masas: “espero que el próximo gobierno lo dirija una dama”. Obviamente, los arayistas se subían por las paredes, al mismo tiempo que Chinchilla aumentaba su popularidad en los sondeos.
Pues resulta, que tanto los miembros del mismo partido como los de la oposición, se han querellado contra el actual jefe de Estado, pues según la constitución costarricense los Presidentes de la República no pueden posicionarse políticamente.
¿Cuál ha sido la respuesta de Arias? Pues ya se la pueden imaginar: que si la constitución está mal hecha, pues que se tiene que cambiar. Y es que así es el Presidente de Costa Rica, cuando no le gusta una ley, la cambia y así ya puede actuar libremente o si más no opinar, sin tener en cuenta que eso puede manipular la visión de las personas, que viven ofuscadas en la persona que un día ganó un premio Nobel de la Paz, pero que poco queda de ese personaje.
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