miércoles, 10 de julio de 2013

De Tahrir a Sant Fermín

Si hace unos días me escandalizaba una noticia de Rusia Today, que denunciaba la violación de una periodista holandesa por un grupo de hombres en la plaza Tahrir, así como que había habido un centenar de abusos a mujeres por parte de turbas de hombres, ahora, a miles de kilómetros, vemos como el día del Chupinazo, con el que se da la bienvenida al San Fermín, la fiesta típica de Pamplona, grupos de hombres también han aprovechado la multitud para abusar de mujeres.

Este es el caso de la fotografía de abajo, en la que se ve que una mujer se sube a los hombros de su amigo y hombres desenfrenados le arrancan la ropa, pese que ella no quiere, se tapa. Además, en este otro vídeo, se puede ver como otra mujer que también estaba a hombros de otro amigo, es víctima de una jauría de hombres que le rompen también la ropa para tocarla.














En San Fermín una periodista, también fue víctima un acoso sexual, mientras estaba haciendo un directo, un hombre le dio un beso contra su voluntad. En el plató, el periodista, también hombre, bromeó con el hecho y dijo a la reportera que "no provocase" a ese chico, cuando ella, simplemente, estaba haciendo su trabajo.

Pero la verdad es que la mujer, a menudo, es victima de la violencia sexual masculina, en su contra, y con el consentimiento de la soecidad. En estos contextos es usual oir frases como "estaba provocando", "es una guarra", "sino que no hubiera ido" y nadie se planeta que la mujer debería de ser libre para ir dónde quiera o hacer su trabajo sin ser intimidada o sin el miedo de poder ser agredida sexualmente. Para lo que algunos son juegos, para la mujer es un tocamiento contra su voluntad, que ella no elige.

Si hace meses, nos escandalizaba ver en nuestra televisión que en la India morian dos menores de edad por ser víctimas de violaciones masivas, cabe recordar que en España se viola una mujer cada ocho horas o lo que es lo mismo, tres al día. Además, según un estudio del ministerio de Interior en lo que va de año hasta el 16 de junio un total de 27 mujeres han muerto por violencia del género, 21 de los agresores eran de nacionalidad española, sólo seis extranjeros.

Cabe destacar que la violencia de género tanto agresiones físicas, como psicológicas o sexuales, que a menudo se ha visto como algo típico y exclusivo del mundo musulmán, es generalizado y corriente en todas las culturas y étninas, desde los budistas de la India, a los europeos, o en África, donde a menudo se utiliza la violación a la mujer como una arma de guerra, por no hablar de las ablaciones de clítoris.

Otro punto a resaltar es que en situaciones de conflictos se dispara las agresiones hacia la mujer. En la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, fronteriza con Colombia, y con el impacto del conflicto colombiano, la Federación de Mujeres de Sucumbíos denuncia que 8 de cada 10 mujeres sufre algún tipo de violencia por parte de los hombres. Cuando los rusos llegaron a Berlín para poner el punto final a la Segunda Guerra Mundial, el 75% de las berlinesas fueron violadas.

Por mucho que piense y me esfuerce, me cuesta entender por qué pasa esto y, sobre todo, por qué existe esta impunidad en las sociedades de todo el mundo hacia las agresiones a las mujeres por parte de los hombres. Y es que entre los hombres parece que existe la creencia de que pueden hacer lo que les apetezca a la mujer, por lo que nosotras somos las que no tenemos que consentir y denunciar estos hechos.

Aún así, quiero a dar un toque de optimismo y es este colectivo de hombres denunció la agresión que sufrió la periodista en San Fermín. De Tahrir a San Fermín, hemos de decir basta ya, somos mujeres y nos tenemos que hacer respetar. Y aunque intente ser imparcial con todo lo que escribo, pero con esto no puedo, soy MUJER.
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jueves, 4 de julio de 2013

El golpe de Estado de la esperanza…

¡Y una mierda! Un golpe de Estado nunca trae esperanza, sino imposición. Tras más de 50 años de gobiernos militares, dictatoriales y de partido único, Egipto se levantó en enero de 2010 para reclamar una mayor libertad, una democracia.

Tras la caída del antiguo presidente, Hosni Mubarack, que no fue elegido en las urnas, se estableció un período de transición y se convocaron elecciones. Los Hermanos Musulmanes ganaron tanto las elecciones legislativas, como las presidenciales y el referéndum que convocaron para aprobar la nueva constitución de Egipto.

¿Pero por qué ganaron los Hermanos Musulmanes? Bien, la explicación es lógica y sencilla. Durante los gobiernos dictatoriales de Egipto, adoptaron una postura laica pro occidental y prohibieron todas las tendencias políticas y religiosas, como la de los Hermanos Musulmanes. Estos, durante todo este tiempo, han tejido una fuerte base social y de ayuda en zonas paupérrimas, donde el gobierno no llegaba por desidia. Mohamed Morsi, hasta ayer presidente de Egipto, ganó con casi el 52% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2012. La Constitución propuesta por Morsi, fue aprobada por un 62% de la población a finales del 2012, pero ahora, los medios Occidentales hablan de la no popularidad de Morsi…

Estas últimas semanas diferentes manifestaciones de jóvenes en El Cairo han acabado propiciando un golpe de Estado. Pero cabe destacar que los jóvenes de El Cairo no representan a la mayoría del país, sino que son jóvenes urbanitas, muchos de ellos laicos, y de clase media. Estos no tienen nada que ver, con las grandes extensiones de zonas rurales, musulmanas y pobres que se expanden por todo Egipto y que apoyaron (y no nos equivoquemos, apoyan) a Morsi. Además, uno de los argumentos que se han utilizado es que en este año no ha hecho suficiente para cambiar Egipto, ¡Cómo si en un año pudieras cambiar la estructura de todo un país!

Además, tanto que hablan los medios occidentales de que los jóvenes de plaza Tahrir como ejemplo de Derechos Humanos, les diría que informen que en cuatro días de manifestaciones se han violado a más de un centenar de mujeres ahí, entre ellas a una periodista holandesa que fue víctima de una agresión sexual en grupo.

Desde Abdel Gammal Nasser (1956-70), los militares han tenido el poder de Egipto, han gobernando y han controlado el país. Ahora, han aprovechado la situación para dar un golpe de Estado. Cuando Morsi llegó al poder, lo primero que hizo fue destituir toda la cúpula militar, por eso, pacientemente, han esperado su oportunidad para volver a controlar al país. De hecho, a los militares les interesa que Egipto siga en el caos, que nunca se supere la primavera árabe, porque con el país así, ellos pueden seguir teniendo sus privilegios.

Ahora, los medios de comunicación occidentales se hacen eco de este golpe y utilizan eufemismos como el golpe de Estado de la esperanza, el golpe de Estado que traerá el nuevo Egipto, el golpe de Estado de la libertad, pero no, no sé equivoquen ni se dejen engañar, el nuevo Egipto ya se estaba construyendo, ya estaba en marcha, los egipcios ya habían elegido democráticamente a su gobierno, pero claro, era un presidente con tintes religiosos que a “las democracias occidentales” no le gustaba. Y no me extrañaría que detrás de todo esto, esté Estados Unidos y Europa, que ahora impongan a un presidente que, como Mubarack, claudique a sus intereses.
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viernes, 28 de junio de 2013

Nos vimos en 1929

A menudo, la historia parece que se repite, pero nunca es igual. En 1929 una fuerte crisis económica, que se inició en Estados Unidos, se expandió por gran parte del planeta y desmoronó las economías europeas. Casi ochenta años después, en 2008, otra crisis iniciada en Estados Unidos azotó a las grandes potencias mundiales. ¿Pero cómo reaccionaron los gobiernos de entonces y los de ahora ante esta situación?

En el convulsó mundo de entreguerras había dos tipos de gobierno político: las democracias liberales u occidentales, que tenían un mercado conectado y sucumbieron a la crisis, y la democracia popular de la URSS, que no le afectó la recesión. La crisis económica propició la aparición de un nuevo tipo de gobierno, el fascista de Italia y el nazi de Alemania.

En 1929, el entonces presidente estadounidense, el demócrata Franklin Roosvelt, llevó a cabo el programa New Deal que, a través de una fuerte inversión pública, generó empleo y reactivó la economía. Entre otras medidas, Estados Unidos imprimió más billetes, para tener más dinero en circulación, devaluó la moneda, para que aumentar las exportaciones, bajó el tipo de interés a un 0,5%, para reactivar el consumo e invirtió en infraestructura pública para crear empleo. Con medidas muy parecidas ha actuado el gobierno del actual presidente demócrata, Barack Obama, quien también ordenó que se bajara el tipo de interés al 0,25%. Además la Reserva Federal de Estados Unidos reconoció que estaba imprimiendo más billetes, para tener dinero en circulación, y otorgó préstamos a corto plazo a las pequeñas empresas, a la industria del automóvil y a los estudiantes.

En la otra cara de la moneda, se encuentran medias como las que se aplicaron en 1929 en Alemania o Francia y que ahora se han llevado a cabo en países como Grecia, España o Portugal. Berlín y París entraron en un proceso de deflación y aumentó el desempleo, por lo que optaron por bajar los salarios y esto comportó una caída del consumo y, por ende, un estancamiento de la economía. Todo esto conllevó un descontento entre la población y, en el caso de Alemania, la aparición del partido nazi de Adolph Hitler.

Las sombras del pasado han vuelto. Grecia, sin duda, el país más castigado por la crisis y desde la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se le ha obligado a adoptar fuertes medidas de austeridad, entre ellas, la reducción de salarios y despidos de los funcionarios, lo que le ha conducido hacia una recesión económica. Esto ha hecho que en Grecia coja fuerza un grupo de extrema derecha y nacionalista como el Amanecer Dorado y que en las elecciones de mayo de 2012, con un 9% de los votos, consiguió 20 escaños en el parlamento griego y en las elecciones que se realizaron un mes después, con otro 9%, se consolidó con 18.

Los ultraderechistas griegos y los nazis creen que la crisis va más allá de los aspectos económicos, sino también es por una pérdida de la identidad por la presencia de extranjeros. Por eso, para los nazis su enemigo eran los judíos, mientras que para el Amanecer Dorado los causantes de la crisis son los inmigrantes. Por eso, los ultraderechistas griegos abogan por cerrar fronteras, expulsar a los inmigrantes y privar de la nacionalidad y el derecho a la propiedad a los extranjeros que se queden a vivir en Grecia. Ambas posturas destacan la importancia de la familia tradicional y el papel fecundador de la mujer para preservar su cultura por encima de las otras. Asimismo, las dos corrientes apuestan por la violencia para conseguir sus fines y, a través de bandas organizadas, los nazis atacaron a los judíos y a comunistas (que según ellos tienen una vocación más internacionalista y menos nacional), mientras que los ultraderechistas griegos han protagonizado acciones violentas (incluso palizas mortíferas) contra inmigrantes, judíos y griegos vinculados a la izquierda. En este mismo sentido y ante la actual situación de crisis económica, el Amanecer Dorado ha habilitado tanto un banco de alimentos y de sangre sólo para aquellas personas que demuestren ser oriundas de Grecia, frente a las que han obtenido la nacionalidad.

En política internacional, ambas posturas reclaman la expansión por territorios que consideran que les pertenecen, como por ejemplo, en el caso del Amanecer Dorado parte de Macedonia y toda la Isla de Chipre. Además, apuestan por un aislacionamiento internacional, pues si Hitler sacó Alemania de la Sociedad de Naciones, el Amanecer Dorado quiere que Atenas no esté ni en la UE ni en la Organización de Naciones Unidas.

En otro contexto, se sitúan las democracias populares que se caracterizan en que un único partido gobierna el país y los ciudadanos eligen entre representantes del mismo partido, por lo que el gobierno controla buena parte de la economía del país. Si a la URSS no le afectó el crack del 29, porque su economía estaba muy aislada del del resto de economías del mundo, China apenas notó la crisis financiera del 2008 porque su sistema bancario prácticamente no tiene contacto con el exterior. Si bien es cierto que China ha sufrido un retroceso en su crecimiento desde que inició la crisis porque ha reducido las exportaciones, su auge sigue siendo espectacular. Antes de la crisis, en 2007, China aumentó su PIB en un 11,9% desde el 2009 lo viene haciendo en un promedio del 9% anual.

Si bien el primer paso de la URSS comunista fue nacionalizar los sistemas de producción, esta medida no cosechó los frutos esperados y finalmente el país adoptó en 1921 la Nueva Política Económica (NEP) donde se mezclaban elementos del socialismo con otros del capitalismo, que daba margen a la producción privada, pero con una regulación estatal. China adoptó una política similar a finales de los 70 y desde entonces ha experimentado un enorme crecimiento económico. Este sistema contempla una economía orientada hacia el mercado, pero con un control estatal que ayuda a prevenir las crisis.

Además, la masa poblacional se convirtió en un pilar fundamental en la economía de la URSS de entonces igual que lo es en la China actual, ya que no sólo hay mano de obra para producir, sino personas para consumir lo que se fabrica o cultiva en el país.

Ochenta años después, la historia parece repetirse y Estados Unidos apuesta por intervenir en la economía para salir de la crisis, las políticas de austeridad conllevan a la recesión y al auge de partidos xenófobos y de extrema derecha, mientras que las democracias populares con gobiernos que ejercen un fuerte control en sus economías casi no notan la recesión.
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jueves, 20 de junio de 2013

Desmontando mitos de las manifestaciones

La prensa, y la sociedad en general, tienden a simplificar ideas y a comparar lo incomparable, poner todo en un mismo saco, pero no todas las manifestaciones son iguales. En este sentido, tiene que quedar claro que ni Turquía es una primavera árabe y las manifestaciones en Brasil no son como la de los Indignados españoles.

Las revoluciones árabes que hicieron caer los gobiernos de Túnez, Libia, Egipto, Yemen y que han desencadenado la guerra de Siria, fue un levantamiento contra gobiernos de partidos únicos, dictatoriales, pero con una tendencia laica. Por eso, las manifestaciones que empezaron con la petición de más libertad, acabaron siendo lideradas por grupos islamistas. Esto propició que en países como Túnez o Egipto los islamistas ganaran las primeras elecciones libres y democráticas, que se hicieron después de las revueltas árabes.

El caso de Turquía es bien distinto. Primero de todo porque, al contrario de lo que piensan muchos, no es un país árabe, sino otomano. Los países árabes son aquellos que hablan árabe y, principalmente, son los que están situados en la Península Arábiga y los del Norte de África, conocido también Magreb.

Mustafa Kamal Ataturk, el padre de la actual Turquía, creó a principios del siglo pasado una democracia laica. Ahora, desde hace diez años el islamista Recep Tayip Erdogan gobierna el país, en buena medida, por el voto rural. Las últimas reformas de Erdogan han ido centradas en islamizar Turquía, lo que ha hecho que jóvenes urbanos se levanten en contra para reivindicar un estado laico al estilo de Ataturk. Así pues, tenemos dos contextos muy distintos, las primaveras árabes son lideradas por grupos islámicos y van contra gobiernos laicos y totalitarios, mientras que en Turquía los manifestantes van contra un gobierno musulmán y elegido en las urnas.

Por otro lado, en Brasil se utilizan lemas que recuerdan a los del 15M, porque piden un mayor sistema social, en el que haya educación y sanidad para todos. Sin embargo, parten de dos contextos muy distintos. Los indignados, valga la redundancia, parten de la indignación, del enfado, porque a raíz de la crisis o, mejor dicho, con la excusa de la crisis los gobiernos europeos están eliminando los servicios sociales que ofrecían y, por primera vez en Occidente, la generación de los hijos vivirá peor que la de sus padres.

En el caso de Brasil, el contexto es muy diferente, porque es un país emergente, en crecimiento, y, seguramente, esta generación de hijos vivirá mejor que sus padres. Cabe destacar que pese el espectacular crecimiento económico Brasil, que actualmente es la sexta economía del mundo, este país ocupa el sitio 139 de la lista de los 160 países más desiguales, mientras que España, pese la crisis, está en la posición 51. En Brasil, que albergará el Mundial (2014) y los Juegos Olímpicos (2016), aún hay 44 millones de pobres, 8,5 de los cuales viven en pobreza extrema.

Por eso, si las manifestaciones de España se hicieron desde la indignación o la frustración de la perdida de los servicios sociales de algo que tuvimos y dejaremos de tener, los movimientos brasileños nacen desde su propio reconocimiento como futura potencia y reclaman que ahora es su momento para que la sociedad los tenga en cuenta y tengan acceso a la educación y la salud pública, algo que nunca han tenido. Por esto, hoy un manifestante de Brasil decía: "ahora es el momento de reclamar".

Si bien cada contexto es diferente y no se puede equiparar el uno con el otro, creo que todos comparten algo en común y es que están protagonizados por jóvenes, personas que apenas tienen recuerdos de la Guerra Fría o, simplemente, nacieron después de la caída de la URSS en 1991. El fin de la Guerra Fría comportó el fin de un modelo político, el comunismo soviético, y el triunfo del capitalismo. Este capitalismo vino revestido de democracia, libertad y prosperidad. Y, tal vez, durante unos años fue así con la construcción de los Estados del Bienestar europeos, pero el capitalismo al no tener nadie que le contrarrestara mostró su lado más oscuro, arrasando la humanidad en beneficio del capital y dinamitando todos esos derechos que había preconizado: acceso a la vivienda, la salud, la educación y a la libertad de expresión. Hoy en día, muchas personas no tienen acceso a ninguno de estos derechos, pero no sólo en los países del tercer mundo, sino tampoco en Occidente. Por eso, ahora, los jóvenes que no vieron el mundo dividido en dos, han levantado su grito de guerra contra un sistema que, desde que nacieron, les ha dado la espalda. Así pues, estas manifestaciones muestran el colapso del actual sistema y son un reflejo de que los jóvenes, el futuro, quieren que su voz sea escuchada.
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