La semana pasada estaba disfrutando de unos días de vacaciones con mi familia en Costa Rica. Era semana Santa y decidimos ir al Arenal y a la playa, a Tamarindo. En eso, que de camino entre el Arenal y Tamarindo nos paramos en un restaurante a comer y pedimos una cerveza, pues el sol era abrasador. El camarero, amablemente, nos respondió que no nos podía servir alcohol, que en jueves y viernes santo está prohibida la venta del alcohol en toda Costa Rica.
Nuestros ojos se abrieron como un par de naranjas, y pensamos que eso era porque estábamos en un bar de carretera, en un pueblo muy pequeño, pero la verdad es que todos los presentes dimos por sentado que en Tamarindo, zona turística por excelencia en el país costarricense, iban servir alcohol. ¿O es que alguien se imagina un turista estadounidense sin consumir alcohol en la playa?
Pues bien, a la hora de cenar, ya en Tamarindo, fuimos un restaurante lindísimo en la orilla del mar. Y la escena se repitió. Nos dijeron que no nos podían servir vino para cenar y es más nos mostraron que la policía había sellado todas las bebidas para controlar que no se vendieran.
La verdad es que nosotros no desistimos ni jueves ni viernes, nuestra pregunta se repetía en cada bar, pero la respuesta era la misma, un ¡NO! ¿Os podéis imaginar lo que es estar en un chiringuito de playa haciendo unas tapas a la tica y sin una cervecita? A la hora de cenar fuimos a un italiano y nos dijo que si queríamos nos podía servir el vino en una taza de café (para que la policía no lo viera) o ponernos ron o whisky en la coca-cola, pero servirnos un cerveza ni hablar, era demasiado descarado y podía llamar la atención de las autoridades.
A nosotros esta medida nos extraño, pues la religión cristiana prohíbe comer carne el viernes Santo, pero en ningún momento prohíbe el consumo de alcohol. Es más el vino es la sangre de Cristo.
El lunes le pregunté a un compañero de trabajo y me comentó que esta medida la toma el gobierno en sólo dos ocasiones, en los días Santos y en las elecciones. De este modo, pretende que los costarricenses participen de las actividades religiosas de Semana Santa y de vayan a votar, en vez de que se queden en casa o con los colegas empinando el codo.
Bueno, una laica como yo, pues tengo muchas cosas que decir, pero lo resumiré lo más breve posible. Me parece una falta de respeto para los no creyentes. Pues que no beban alcohol los católicos, pero yo ¿por qué no, si igualmente no acudiré a las actividades de Semana Santa?
Por no decir que, tanto criticar al fundamentalismo islámico, cuando en el seno de la cultura cristiana pasan cosas como estas. La verdad es que el Islam sí que prohíbe el consumo del alcohol. Sin embargo, yo he visitado tres países islámicos, Siria, Jordania y Egipto y en ninguno me han prohibido la venta de alcohol. Pues se entiende, que si uno no tiene que ingerir bebidas alcohólicas es por convicción propia o moral, no por obligación, pues entonces no tiene sentido la fe religiosa, que es por devoción y no por obligación (entiendo yo). Esto es un ejemplo más que en la religión cristiana también existen posturas fundamentalistas y poco respetuosas con las demás ideologías o pensamientos.
Y ya sé, que he de mostrar comprensión, pues es una cultura diferente y que se trata de una República cristiana católica, pero que bonito el sábado por la mañana cuando el camarero del hotel estaba llenando la estantería vacía de botellas de vino.
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